miércoles, 13 de abril de 2016

Trucos para limpiar tu casa como hacen en los hoteles


Al colocar un producto de limpieza, se lo deja actuar entre 6 y 7 minutos.

Esto hará que funcione a pleno como tiene que ser, eliminando totalmente la suciedad. Cada espacio de los hoteles se ve reluciente y envidiable. Cuando los inquilinos se escapan unas horas, al regresar encuentran todo impecable y aséptico. Estos son algunos métodos que utilizan los trabajadores para asegurar el orden y el aseo con rapidez y eficacia:

-Los productos de limpieza que tienen peróxido de hidrógeno son perfectos para limpiar cualquier superficie porque no emiten gases contaminantes ni nocivos para la salud y el resultado obtenido es excelente.

-Es importante que, al colocar un producto de limpieza, se lo deje actuar entre 6 y 7 minutos. Esto hará que funcione a pleno como tiene que ser eliminando totalmente la suciedad. Un secreto de limpieza de los hoteles que no muchas personas saben.

-Para poder aplicar el producto de limpieza adecuado, procede a vaciar la taza del inodoro antes de hacerlo, pues de esta forma tendrás más libertad para limpiar de manera correcta.

-Se puede limpiar siguiendo el sentido de las agujas del reloj o el contrario obviamente. Lo que no es aconsejable es cruzar en el camino o limpiar primero una cosa, ir al frente y volver donde se empezó, de este modo, nunca se completará la tarea correctamente

. -Comenzar siempre a quitar el polvo desde la parte superior y luego ir bajando. De lo contrario, el polvillo caerá y terminará por ensuciar lo que ya estaba aseado.

Cepillo de dientes

-Si los azulejos del baño dan mucho trabajo y la suciedad no sale con un paño, queda la opción de emplear un cepillo de dientes. Puede ser un poco trabajoso al principio, pero una vez limpio ya solo quedará darle un simple repaso.

-Un gran secreto en los hoteles en cuanto a la limpieza es que, una vez finalizado todo el aseo del cuarto, se limpian los pisos o se pasa la aspiradora, nunca se hace antes porque la suciedad que se eliminó en toda la ronda de limpieza, suele caer al suelo y es factible que muchas veces no sea del todo visible.

Qué hacer con las mamparas y azulejos

Cómo limpiar las mamparas de la ducha:

Es muy fácil aprender cómo limpiar mamparas de ducha. Cuando nos bañamos, generalmente se acumula jabón, salpicaduras de agua y de los productos que usamos. Acá te damos algunas sugerencias:

Prepara una mezcla de vinagre con agua y ponla en un envase con atomizador.

Aplicar parcialmente la solución en un una superficie reducida a modo de prueba, una vez ensayado y aprobado puedes rociar por toda la mampara. Enjuaga con abundante agua para quitar los restos de vinagre y dejar secar.

Azulejos

Cada vez que terminamos de bañarnos, es muy importante que abramos alguna ventana para ventilar y evitar que la humedad se apodere de nuestro baño y, en especial, de los azulejos. Si disponemos de tiempo, lo mejor es secarlos, si no sabes cómo limpiar sigue estos consejos: Mezclar 1 taza de vinagre, « de bicarbonato y 1 de amoníaco en 4« de agua tibia. Con esta solución, utiliza un cepillo de dientes en desuso y frega bien, especialmente las juntas. Si compraste algún producto especial, se recomienda leer las instrucciones y realizar una prueba.

Fuente: nuevodiarioweb.com.ar

viernes, 4 de julio de 2014

La memoria sexual

La memoria sexual: base biológica de la sexualidad humana

(porque la diversidad está en nosotros desde siempre)

 Para comprender en profundidad la sexualidad humana, tenemos que entender que ella no existe aislada, sino que representa un momento de un proceso mayor: el biogénico.
La nueva cosmología nos habituó a considerar cada realidad singular dentro del todo que viene siendo urdido desde hace 13.700 millones de años y de la vida hace 3.800 millones de años. Las realidades singulares (elementos físico-químicos, microorganismos, rocas, plantas, animales y seres humanos) no se yuxtaponen, se entrelazan en redes interconectadas constituyendo una totalidad sistémica, compleja y diversa.
Así, la sexualidad emergió hace mil millones de años como un momento avanzado de la vida. Después que Crick y Dawson descifraran el código genético en los años 50 del siglo pasado, hoy sabemos sin lugar a dudas que existe la unidad de la cadena de la vida: bacterias, hongos, plantas, animales y humanos somos todos hermanos y hermanas porque descendemos de una única forma originaria de vida. Tenemos, por ejemplo, 2.758 genes iguales a los de la mosca y 2.031 idénticos a los del gusano.
Este dato se explica porque todos, sin excepción, somos construidos a partir de 20 proteínas básicas combinadas con cuatro ácidos nucleicos (adenina, timina, citosina y guanina). Todos descendemos de un antepasado común, a partir del cual se origina la ramificación progresiva del árbol de la vida. Cada célula de nuestro cuerpo, incluso la más epidérmica, contiene la información básica de toda la vida que conocemos. Hay, pues, una memoria biológica inscrita en el código genético de todo organismo vivo.
Así como existe la memoria genética, existe también la memoria sexual que se hace presente en nuestra sexualidad humana. Consideremos algunos pasos de ese complejo proceso. El antepasado común de todos los seres vivos fue, muy probablemente una bacteria, técnicamente llamada procarionte, un organismo unicelular, sin núcleo y con una organización interna rudimentaria. Al multiplicarse rápidamente por división celular (denominada mitosis: una célula-madre se divide en dos células-hijas idénticas) surgieron colonias de bacterias. Reinaron, ellas solas, durante casi dos mil millones de años. Teóricamente la reproducción por mitosis confiere inmortalidad a las células, pues sus descendientes son idénticos, sin mutaciones genéticas.
Hace unos dos mil millones de años ocurrió un fenómeno muy importante para la evolución posterior, solamente superado por la aparición de la propia vida: la irrupción de una célula con membrana y dos núcleos. Dentro de ellos se encuentran los cromosomas (material genético) en los cuales el DNA se combina con proteínas especiales. Técnicamente es conocida como eucarionte o también célula diploide, es decir, célula con doble núcleo.
La importancia de esta célula binucleada reside en que en ella se encuentra el origen del sexo. En su forma más primitiva, el sexo significaba el intercambio de núcleos enteros entre células binucleadas, llegando a fundirse en un único núcleo diploide, que contenía todos los cromosomas en pares. Hasta aquí las células se multiplicaban solas por mitosis (división) perpetuando el mismo genoma. La forma eucariota de sexo, que se da por el encuentro de dos células diferentes, permite un intercambio fantástico de informaciones contenidas en los respectivos núcleos. Eso origina una enorme biodiversidad.
Surge, pues, un nuevo ser vivo, la célula que se reproduce sexualmente a partir del encuentro con otra célula. Tal hecho apunta ya hacia el sentido profundo de toda sexualidad: el intercambio que enriquece y la fusión que crea paradójicamente la diversidad. Ese proceso envuelve imperfecciones, inexistentes en la mitosis, pero favorece mutaciones, adaptaciones y nuevas formas de vida.
La sexualidad revela la presencia de la simbiosis (composición de diferentes elementos) que, junto con la selección natural, representa la fuerza más importante de la evolución.
Tal hecho está cargado de consecuencias filosóficas. La vida está tejida de cooperación, de intercambios, de simbiosis, mucho más que de lucha competitiva por la supervivencia. La evolución ha llegado hasta la fase actual gracias a esa lógica cooperativa entre todos.
Dejando a un lado muchos otros datos y yendo directamente a la sexualidad humana, debemos reconocer que tiene su base en un millón de años de sexogénesis. Pero posee algo singular: el instinto se transforma en libertad, la sexualidad eclosiona en el amor. La sexualidad humana no está sujeta al ritmo biológico de la reproducción. El ser humano se encuentra siempre disponible para la relación sexual, porque esta no se ordena solamente a la reproducción de la especie sino también y principalmente a la manifestación del afecto entre la pareja. El amor reorienta la lógica natural de la sexualidad como instinto de reproducción; el amor hace que la sexualidad se descentre de sí para concentrarse en el otro. El amor hace a los dos preciosos al uno para el otro, únicos en el universo, fuente de admiración, de enamoramiento y de pasión. A causa de este aura el amor se revela como el ámbito de la suprema realización y felicidad humana o, en su fracaso, de la infelicidad y de la guerra de los sexos.
El ser humano necesita aprender a combinar instinto y amor. Siente en sí la necesidad de amar y de ser amado. No por imposición, sino por libertad y espontaneidad. Sin esa libertad de quien da y de quien recibe, no existe amor. La libertad y la capacidad de "amorización"  construyen las formas de amor que humanizan al ser humano y le abren perspectivas espirituales, sobrepasando en mucho las demandas del instinto.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

En Qué Consiste Un Compromiso De Vida

"La muerte es un destino que todos compartimos.
Nadie se puede escapar de ella.
Y así es como debe ser; ya que la muerte es el mejor invento de la vida.
Es el agente de cambio de la vida".
Steve Jobs




Toda argumentación filosófica y literaria se basa en dos ideas universales: amor y muerte. Este último resulta un poco espinoso de tratar. En principio y por instinto humano, nadie quiere hablar de la muerte. Aun cuando sabemos que no podemos negarla.

La religión nos podría satisfacer en el enfrentamiento a la muerte pensando en la preparación para aceptar dicho momento. Y el coaching motivacional se apropia de la idea de la muerte para inspirarnos a vivir el instante. La psicología nos habla de la posibilidad de admitir ese momento con serenidad; la mercadotecnia y publicidad nos invade con la idea del 'carpediem' (vive el momento).

El individuo de alguna manera se enfrenta a la muerte cuando alguien conocido y amado abandona ésta tierra. La milicia y el armamentismo inventan, promueve y desarrolla guerras en las que inevitablemente se asesinan. La euforia y el alcohol juvenil generan los accidentes. El espiritualismo nos alivia al comunicarnos con el 'más allá', uno vive y muere una vez. No tenemos el privilegio de equivocarnos.

¿Por qué, pregunto desde lo más profundo de mi corazón (por cierto, espero y no me de un infarto), trivializamos tanto nuestra vida?

¿Por qué me inquieta la idea de que no seamos capaces de canalizar positivamente el miedo que tarde o temprano nos invade respecto a la muerte? ¿Por qué ignoramos nuestro tiempo finito y nos esforzamos al máximo por lograr nuestros sueños? ¿Por qué no amamos con todo y un poco más? ¿Por qué no damos todo y un poco más?

¿Por qué perdemos el tiempo que cuando estemos en nuestro lecho de muerte 'daríamos nuestras vidas' por un aliento más? ¿Por qué tenemos que reaccionar y/o despertar nuestra conciencia cuando estamos cerca de la muerte y sufrimos alguna tragedia?

¿Por qué nos provocamos dolor en vez de enfocarnos solamente en el placer? ¿Por qué decimos que amamos a alguien y decimos que daríamos la vida por esa persona y al final de cuentas con nuestro egoísmo y soberbia le robamos su vida con la depresión y/o desilusión? ¿Por qué somos capaces de golpear a un niño atentando contra su integridad?

¿Por qué somos capaces de suicidarnos?

La muerte, en mi caso, ha estado presente, en lo referente a mi conciencia. Tal vez sea producto de una riqueza espiritual o el desarrollo temprano de la intuición o una sensibilidad muy desarrollada, no lo sé; el punto es que por las noches, desde la infancia, reflexionaba sobre lo que debiera ser 'el sentido a la vida'. Siempre estuve buscando mi vocación. Para ser más profundo, diría que trataba de justificar mi 'compromiso de vida'.

Claro que mis padre trataban de que viviera una 'vida normal'. Los entendía, pues sabía que era parte de la obediencia a los paradigmas culturales.

Ahora tengo claridad de mi compromiso de vida.

Y es a ello a lo que te quiero invitar.


A que realmente te des la gran oportunidad de tomar el control de tu vida.
Para ello tienes que apoyarte en tu mejor aliado: tu riqueza espiritual.
Nadie más lo podrá hacer.
Es una decisión que obedece a tu propia sabiduría.

Que quede claro que el fin último de la vida no es transitar el tiempo que se nos asigne y morir.
El fin de la vida es la vida misma.


Busca tu Yo espiritual y emprende ese camino.